El psicodrama fue una corriente de psicología bastante novedosa, porque en su época, principios del siglo XX, la terapia solo se entendía de manera individual. El psicodrama en cambio apuesta por trabajar con el grupo. Tenemos que tener en cuenta que hablamos de los primeros años de trabajo de Freud, no había visos de la terapia sistémica siquiera.
Moreno intenta inscribir su teoría en un marco muy científico, para darle la mayor credibilidad posible y respeto a su trabajo, pero la realidad es que no lo consigue del todo. Hay que tener en cuenta que en aquella época no existían los modelos matemáticos de hoy en día. Es verdad, que el psicodrama bebe mucho de la psicología cualitativa, al igual que el psicoanálisis o la gestalt, por ejemplo.
Para mí este libro es bastante especial, porque lo encontré de casualidad en una librería de Barcelona. Actualmente está descatalogado, por lo que es posible que os cueste encontrarlo, pero si podéis buscarlo de segunda mano, bibliotecas, etc.; yo creo que es recomendable.
Aspectos positivos…
Un aspecto innegable es que Moreno debía de tener un don para poder manejar los grupos, además de saber perfectamente compaginar sus conocimientos sobre arte dramático con sus conocimientos sobre psiquiatría y psicología. A lo largo de sus descripciones de las sesiones, él mismo reconoce que tiene que cambiar de estrategia varias veces o que su planteamiento inicial no era el correcto, pero parece que siempre halla la senda correcta.
Desarrolla conceptos bastante interesantes como el término tele, que hace referencia a las relaciones que se establecen de manera espontánea, palabra que veréis muchas veces repetida, en un grupo. No desarrolla demasiado el cómo estudiarlas, pero me da la sensación de que es un concepto que se ha quedado perdido y podría ser interesante recuperar. Carl Rogers plantea ideas parecidas y desarrolla en la teoría de grupos de encuentro.
A su vez, también da apuntes sobre cómo trabajar con grupos y parejas. Antes he comentado que Moreno quería inscribirlo en un marco científico, por lo que describe con mucho detalle todos los pases que hace y sus investigaciones. En el libro están descritas dos parejas con diferentes dificultades, pero se ve cómo cumple perfectamente con un paradigma, para mí vital, «No hay un paciente para una terapia, sino terapia para cada paciente». Es decir, tenemos que adaptar nuestra forma de hacer terapia a quién esté enfrente, no que la persona se adapte a mis conocimientos.
A pesar de que no sigue los hilos que va dejando, Moreno demostró que tenía un gran ojo clínico. Un concepto que a mí me ha gustado bastante, es la gran verdad que los niños y las niñas viven en el aquí y en el ahora. Cualquiera que haya convivido con menores se habrá dado cuenta que pocas veces están pensando en otras cosas cuando están jugando. Sin embargo, los adultos podemos estar disfrutando de algo y a la vez pensando en la compra de mañana.
Es un libro que está escrito de manera asequible para cualquier público. Es verdad, que los que somos psicólogos tenemos la oportunidad de poder ver de primera mano como se trabajan con los primeros tests, los desarrollados por Binet, y como eran las investigaciones en la época de los 70. Un viaje al pasado de nuestra ciencia muy entretenido e interesante.
Aspectos negativos…
El libro tiene un gran comienzo, pero a medida que avanza, en mi opinión, va decayendo. Hacia la mitad del libro, deja de explicar los términos básicos de la teoría psicodramática y pasa a relatar su propuesta de teoría de personalidad. El problema radica en que lo hace de manera muy lenta y árida. A su vez, actualmente se ha demostrado que muchas de sus hipótesis han resultado estar equivocadas, por lo que toda la importancia que le da él a la espontaneidad y las supuestas esferas por las cuáles va pasando la persona están basadas en hipótesis incorrectas. Esto no quiere decir que su práctica esté equivocada, pero sí su forma de ver la personalidad humana.
Otro aspecto en el que también estaba equivocado Moreno es en que la catarsis cura. Está más que demostrado actualmente e incluso el mismo Freud lo indicó, que la catarsis sirve como una vía para «vaciar» las emociones, pero para nada más. Hay que elaborar todo aquello que se vacía.
Moreno describe que su tratamiento ha funcionado, pero no describe como siguen los pacientes a lo largo del tiempo. En mi opinión, como psicólogo que soy, es posible que en el momento mejoraran y durante algo de tiempo también, pero en algún momento volverían los mismos problemas a florecer, porque no se elabora nada.
Se ve en algunos casos que los pacientes mejoran y él lo atribuye a la catarsis sentida, pero yo creo que se debe más al ejercicio psicodramático de ponerse en la piel de la otra persona o en sus zapatos. Es decir, si yo soy capaz de entender tu mundo, cómo sientes, etc.; tú eres capaz de entenderme, es lógico pensar que la comunicación será más fluida, aunque a mí me queda una duda, ¿yo me he entendido a mí mismo?
Por último, el libro acaba bastante flojo, en mi opinión. Describe los distintos tipos de teatros que hay, con todas sus características y sobre cuál es el lugar donde se ha de poner el director. Esta última idea, me parece importante, porque él describe que dependiendo de donde nos situemos podemos ver a todo el grupo, actores y público, o no.
Valoración final…
El libro es una joya para aquellas personas que estamos interesadas en trabajar con grupos. Es innegable que Moreno tenía un ojo excepcional para la psicología clínica y a pesar de que presente su trabajo como una cura para todo, en su hacer clínico era humilde.
Fallos en el psicodrama como teoría
Sin embargo, su teoría tiene muchos flecos, ya que la catarsis no cura, ni resulta beneficioso a largo plazo. En mi opinión, Moreno no mentía al decir que su tratamiento tenía éxito, pero se equivocó con la causa de la cura. Él mismo describe que con el psicodrama consigue que todas las personas implicadas consiguen ver cómo se sienten las otras, lo que seguramente es lo que conseguía que mejorasen, algo más propio de la gestalt.
Por último, Moreno apunta, no sé si se da cuenta de ello o no, la importancia de la función del síntoma. Es decir, cuando la persona consigue avanzar en su bienestar, deja de necesitar desarrollar esos síntomas, concepto muy desarrollado en el psicoanálisis.
¡Seáis amantes y/o profesionales del arte dramático o de la psicología, creo que es una obra a tener en cuenta!
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