El cuerpo puede ser un gran reflejo de nuestra historia, no hay más que acercarse a los textos de Alexander Lowen o de Wilhelm Reich, antes de que se volviese loco. Es verdad se ha hablado mucho de las verdades ocultas en el cuerpo, pero como todo hay que cogerlo con cuidado. El aspecto más claro es el del lenguaje no verbal o la PNL.
Alice Miller es una psicóloga de mucho prestigio en el ámbito del maltrato infantil. En este libro hace una breve revisión sobre cómo un trabajo terapéutico de corte clásica puede dañar mucho a las personas víctimas de violencia parental. Su relación con el título son los síntomas que presentan las víctimas de esta tipología de maltrato, cuando han tenido un tratamiento psicológico beneficioso y viceversa. No se presenta desde una perspectiva psicosomática, es decir, un estudio exhaustivo sobre cómo cada síntoma tiene un papel en la historia de la persona.
Aspectos positivos…
El libro hace una revisión muy interesante sobre la vida de varios artistas y sobre cómo ser víctimas de violencia parental presenta una relación bastante directa con una corta vida y repleta de enfermedades. Esto es un aspecto que tiene bastante sentido, al final sufrir mucho estrés hace que envejezcamos más rápido y también que nuestro cuerpo vaya sufriendo más y más.
La parte más interesante del libro, sin duda son los casos clínicos que presenta. Su revisión y sobre todo la diversidad de casos permite hacerse una idea bastante clara, sobre el daño que puede hacer una visión ortodoxa y poco empática con víctimas de violencia parental.
A su vez, presenta muchas críticas hacia el psicoanálisis excesivamente ortodoxo. Lo presento como positivo, porque comparto su visión de que «acusar» a la víctima de que su relaciones edípicas son las que están causando su malestar es una visión errónea. No creo que una persona de 3 años tenga culpa ninguna cuando su progenitor decide cogerle de los pelos y arrastrarle por la cocina, basándome en un caso publicado en el propio libro. Soy partidario del psicoanálisis, pero no creo que para todos los casos sea viable el mismo prisma.
Aspectos negativos…
La autora enfatiza demasiado en la necesidad de romper el 4º mandamiento, «Honra a tu padre a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar» (Ex 20, 12) . Lo repite más de 5 veces en 207 páginas, y finalmente resulta cansado. Tampoco queda del todo claro por qué este mandamiento parece ser tan doloroso para el cuerpo.
A su vez, enfatiza muchas ideas que ya habían sido explicadas, presentadas y desarrolladas en otros momentos. El título no se ve reflejado en ningún momento del texto. Yo lo compré pensando en que sería sobre psicosomática presente en víctimas de violencia parental, pero solamente se dan pinceladas sobre el tema.
A su vez, presenta hilos muy interesantes, pero que no termina de tirar de ellos. Es evidente, que los artistas fallecidos no pueden dar más información sobre sus vidas o sobre sus vivencias, pero los casos sobre los que habla, sí que podría hacer indagaciones más profundas e interesantes desde una perspectiva psicológica.
Valoración final…
El libro es una buena herramienta para desmitificar la idea de que es necesario llevarse bien con las figuras parentales, tanto para el público general como para el profesional. A su vez, permite hacerse un buen boceto de en qué puede derivar la exigencia de llevarse bien con las figuras parentales de manera obligatoria.
Por otra parte, repite muchas veces la misma idea y no termina de desembocar en ningún aspecto concreto.
Finalmente, ¿es un buen libro?, sí. ¿El título hace justicia a su contenido?, tristemente no. Yo lo recomiendo si estás trabajando con alguna persona que ha sido víctima de violencia parental o si estás dispuesto o dispuesta a darle una patada a la herencia social del 4º mandamiento y ver que tus progenitores, a pesar de que lo hicieron lo mejor que supieron, no son perfectos ni tu crianza fue completamente feliz.
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