Victor Frankl fue un psiquiatra, neurólogo y filósofo austríaco y judío, superviviente de varios campos de concentración de la 2ª guerra mundial. Evidentemente, esta experiencia tan dolorosa lo dejó muy marcado, ¿pero cómo pudo sobrevivir? Lo puedes descubrir en su libro, El hombre en busca del sentido, una de sus obras cumbres.
Después de escribir «El hombre en busca del sentido», comenzó a desarrollar su nuevo proceso terapéutico, la logoterapia, que se le consideró la cuarta corriente psicológica las otras dos son el psicoanálisis, humanismo y conductismo.
¿Qué busca esta corriente?
El objetivo de la logoterapia es poder encontrar cuál es sentido de la vida de cada persona. Quizás con estas palabras te sea muy complejo de entender, pero seguramente te suena la palabra «Vocación».
La logoterapia consiste en la búsqueda de la vocación
Quizás te suene a algo demasiado religioso, es verdad que grandes figuras de la literatura religiosa hablaban del tema, como Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz. Sin embargo, no tiene nada que ver con ella, simplemente es poder reflexionar y darse cuenta de cuál es tu propósito vital, tu pasión.
En esta corriente, además de poder cambiar relaciones y reinterpretar momentos vitales vividos, también podrás hacerte una idea de a dónde te puede interesar más dirigir tus pasos.
Sus obras más interesantes
Su obra cumbre, que si te interesa, puedes leer la reseña del mismo aquí. En caso de que te interese comprarlo, y de paso ayudar al blog, puedes hacerlo desde aquí.
No he tenido la oportunidad de leer este libro, pero todas las veces que lo he ojeado, tiene muy buena pinta. El título deja bastante claro que es una muy buena introducción a esta corriente terapéutica. Suena muy interesante, ¿verdad?
Tampoco he leído nunca este libro, pero lo que he podido leer en algunas librerías, podríamos llamarle la continuación de su ópera prima. Si te animas a comprarlo, ¡que si lo haces desde aquí apoyas mucho al blog!; puedes hacerlo desde aquí. Luego me cuentas qué te ha parecido y si merece la pena.
