El COVID – 19 llegó como el invierno. Notas que baja un poco la temperatura, pero sigues yendo en chanclas y manga corta, pero un día en mitad de la calle te das cuenta de que hacen 5º grados y que estás deseando llegar a casa cuanto antes para tomarte algo caliente. En este caso, el té o la sopa, fueron los aplausos a las 20:00 a todas las personas que estaban en el campo de batalla en los hospitales. Después fueron los mensajes positivistas, que como ya hemos comentado antes pueden conducirnos a una felicidad tóxica.
Hoy voy a dirigir la mirada al lema de esta pandemia «¡TODO VA A SALIR BIEN!». Lo siento, pero NO TODO VA A SALIR BIEN. Los puestos de trabajo que se han perdido es complicado que se recuperen y todo el dinero que el sector turismo ha perdido tampoco va a volver. El COVID – 19 no sólo ha conseguido influir en nuestro salario, sino que nos ha dejado una moneda con sus dos caras. Por una parte, hemos sido testigos de múltiples gestos de hermanamiento, mas a muchas personas les ha arrebatado a un ser querido o a varios en el peor de los casos.
Cuando leo los carteles con el lema, me pongo a pensar en aquellas personas que no han podido despedirse de esa persona o en quiénes han tenido que cerrar la persiana del negocio para quizás nunca abrir. «Todo va a salir bien» siguen insistiendo la gente, pero creo que es necesario que comencemos a asumir la incertidumbre. Los lacanianos se afanan en hacernos recordar de que por mucho que queramos, pocas cosas hay en la vida que sean seguras.
Quizás al leer el post, pienses que estoy deprimido o que soy un pesimista, pero nada más lejos de la realidad. Simplemente, pongo en práctica algunos consejos de este libro, puedes adquirirlo aquí. Ser capaces de asumir que el COVID – 19 ha dejado huellas profundas, nos va a ayudar a dejar de jugar al buen paciente, como diría Fritz Perls y poder enfadarnos y dar rienda suelta a nuestro miedo. Digo miedo, porque yo estoy aterrado con la que nos viene encima. Reconozco que pensar que todo va a salir bien, en parte me calma, pero es una anestesia para no admitir que todo es finito, como dicen los budistas.
Para acabar este post, en el que de verdad espero que pienses dos veces antes de lanzar mensajes muy bonitos, pero carentes de realidad; me gustaría recomendar que aquellas personas que no hayan podido despedirse de sus seres queridos con el o los ritos habituales en su cultura, que busquen una manera alternativa de hacerlo. Una típica, pero útil, es escribir una carta y enterrarla en un lugar especial, quemarla, etc.; es importante poder sentir que «se cierra el círculo», aunque la herida siga doliendo.
Os dejo algo de bibliografía, que quizás pueda ser de ayuda:
La relación hurtada, hemos hablado de él anteriormente.
La relación hurtada, del famosísimo psicoanalista Sigmund Freud.
La relación hurtada, del cual hemos hablado ya.