Sigmund Freud fue el primer médico en afirmar que lo que nos sucede en la infancia nos marca en la vida adulta de manera indeleble y de aquí salió el psicoanálisis. A pesar de que esta teoría ha recibido críticas, desde autores posfreudianos, como Jaques Lacan o Karen Horney, y desde autores cognitivo conductuales como Skinner.
A pesar de estas críticas, gracias a John Bowlby y Mary Ainsworth consiguieron demostrar que el psicoanálisis sí tiene vigencia, gracias a la teoría del apego. Sigue estando tan vigente, que actualmente es una de las grandes bases de la teoría de esquemas.
Hemos hablado sobre las bases de esta teoría antes, pero hoy vamos a explicar con detalle los grandes descubrimientos de su discípula.
Mary Ainsworth consiguió demostrar que hay matices en la relación de apego…
Apego seguro
La relación más saludable. La figura de protección está presente de manera continuada y entiende que el bebé es alguien distinto a él o ella. A su vez, da herramientas al menor para poder estar tranquilo mientras la madre o el padre está ausente. La bebé aprende a regular sus emociones y cuando es adulto puede enfrentarse a momentos de estrés de una manera más tranquila.
Apego inseguro
Es la relación «intermedia». Puede ser que la madre esté presente, pero no es capaz de ver que la niña o el niño tiene emociones distintas a las suyas, por lo que puede tener frases como… «Me mira mal…» o «Llora para despertarme y no dejarme trabajar». Esto lo puede pensar el adulto, pero la bebé es imposible que lo haga. También puede ser que la figura de protección esté presente de una manera invasiva algunas veces y otras veces está desaparecida.
La primera opción, se denomina como estilo evitativo, la persona adulta no tiende a tener relaciones íntimas, ya que no tiene claro si va haber una persona que le atienda.
La segunda, se denomina estilo ansioso, la persona adulta resulta ser muy invasiva en todas las relaciones, ¡sino igual desaparece la otra persona!
Apego desorganizado
Este estilo de apego es el más dañino en la infancia, ya que el menor tiene que consolar a la persona que le protege. Normalmente la persona protectora suele estar desbordada emocionalmente, por lo que no es capaz de verle. En la vida adulta, no se sabe muy bien qué consecuencias tiene, pero se relaciona con la presencia con enfermedades mentales y/o problemas de personalidad.
Os dejo bibliografía sobre la temática:
- Estilos de apego: mujeres que viven violencia conyugal: Estudio de caso
- Maneras de amar: La nueva ciencia del apego adulto y cómo puede ayudarte a encontrar el amor y conservarlo